Un capitán y su tripulación viajaban en medio de una terrible tormenta
durante una oscura noche y luego de varios días en altamar.
El pequeño barco era golpeado insistentemente por las olas y el viento, y
se mecía casi hasta volcarse mientras toda la estructura crujía y se
retorcía hasta que parecía despedazarse. Habían perdido los
instrumentos y no sabían ni si quiera donde se encontraban.
En medio de todo esto el capitán no hacía más que gritar y maldecir,
gritando a Dios y reprochándole todo lo que pasaba y que habían sido
abandonados por Él. Tomado firmemente del timón en la proa gritaba a
los truenos, los relámpagos y el cielo al saberse perdido.
En ese momento, un marinero dejó su puesto y corrió donde el capitán
quien le reprendió fuertemente en medio de la tormenta y la lluvia.
- "Por qué dejas tu puesto! Podemos perder el mástil", le gritó el Capitán.
A lo que el marinero contesta:
- "Lo sé señor! Pero hace más de 10 minutos se dislumbra la luz del faro
del puerto!!! Pero usted no la ha visto por estar gritando."
Cuantas veces no vemos la ayuda de Dios por quejarnos constantemente
de todo lo que tenemos. No hacemos más que rechazar todo lo que
tenemos.
Tal vez Dios no te de una vida sin tormentas, pero puede estar seguro de
que siempre, en medio de la más cruel y feroz tormenta que puedas
imaginar, El estará presente con su luz mostrándote el camino y
recordándote que se encuentra siempre a tu lado.
Juan 8:12 “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
Capellana Ximena Pacheco
durante una oscura noche y luego de varios días en altamar.
El pequeño barco era golpeado insistentemente por las olas y el viento, y
se mecía casi hasta volcarse mientras toda la estructura crujía y se
retorcía hasta que parecía despedazarse. Habían perdido los
instrumentos y no sabían ni si quiera donde se encontraban.
En medio de todo esto el capitán no hacía más que gritar y maldecir,
gritando a Dios y reprochándole todo lo que pasaba y que habían sido
abandonados por Él. Tomado firmemente del timón en la proa gritaba a
los truenos, los relámpagos y el cielo al saberse perdido.
En ese momento, un marinero dejó su puesto y corrió donde el capitán
quien le reprendió fuertemente en medio de la tormenta y la lluvia.
- "Por qué dejas tu puesto! Podemos perder el mástil", le gritó el Capitán.
A lo que el marinero contesta:
- "Lo sé señor! Pero hace más de 10 minutos se dislumbra la luz del faro
del puerto!!! Pero usted no la ha visto por estar gritando."
Cuantas veces no vemos la ayuda de Dios por quejarnos constantemente
de todo lo que tenemos. No hacemos más que rechazar todo lo que
tenemos.
Tal vez Dios no te de una vida sin tormentas, pero puede estar seguro de
que siempre, en medio de la más cruel y feroz tormenta que puedas
imaginar, El estará presente con su luz mostrándote el camino y
recordándote que se encuentra siempre a tu lado.
Juan 8:12 “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
Capellana Ximena Pacheco